sábado, marzo 18, 2006

Alergias: 2º Parte

El que avisa, no es traidor. Lo veía venir y... así ocurrió. Las peculiaridades de mi alergia.
Os cuento mi mañana. Me he levantado con la sensación de "por fin viernes" hasta que me he dado cuenta que, algo en mi garganta no estaba como siempre. Como me resultaba algo familiar me he ido a un espejo a mirarlo y... ahí estaba, de nuevo, después de tres años sin ocurrirme, mi campanilla estaba casi jugando al futbol con mis dientes de lo que se había hinchado.
Yo, inocente de mi, he querido darle un voto de confianza a mis antiestamínicos, principalmente en mi deseo de no tener que pincharme y me he ido a trabajar. Pero claro, el susodicho elemento no ha querido bajar de tamaño por lo que me he ido de urgencias al médico.
Diario de lo que se puede tardar en el médico:
  • 12:07, por fin accedo a un papelito para poder entregarlo al médico de guardia.
  • 12:15, por fin puedo entregarle el papelito al médico de guardia que a favor diré que me nombra la tercera persona en ese mismo momento para entrar.
  • 12:30 El tamaño de mi campanilla es mucho más considerable y me está empezando a costar respirar.
  • 12:40 Sigo esperando. Increible, solo había dos personas antes que yo.
  • 12:50 Por fin consigo entrar. Me mira, me remira de nuevo, se asombra, anota: edema de lúbula. Y ale, a por el magnífico Urbason. Como no soy nada chiquitito me lo manda de 60.
  • 12:55 El cachondo del enfermero sólo se le ocurre hacer el chiste facil de: "tranquilo, solo tienes que poner el culo". Relajante expresión.
  • 13:25, por fin me puedo ir a casa, a reposar mi nalga dolorida.

En fin... ya lo dije, aunque fuese a ser el 249.999, fijo que entraba en el cupo de los que lo iban a pasar mal con la dichosa alergia.

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